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Echando Capotes

cual elvis, gordo y empastillado...su mejor época, sin duda

Obeso y lleno de pastillas
M.L./COLPISA. MADRID


Plegarias atendidas, título tomado de Santa Teresa, fue su gran novela inacabada, que comenzó en la década de los setenta y en la que no dejaba títere con cabeza. En Música para Camaleones (1975) mezcla y rompe con maestría los géneros. El volumen reúne desde tiernos y crudos retratos de Marilyn Monroe a un alucinado y desternillante paseo con su asistenta hispana, porrito va porrito viene, por media docena de lujosos lofts de Manhattan.

Murió Truman Capote solo pero dando el espectáculo un 25 de agosto hace dos décadas. Obeso y atiborrado de pastillas, dejó el mundo en su recargado apartamento de Los Ángeles, después de delirar durante varias horas sobre su madre e impedir la llegada de los médicos. Truman Capote había sido una de las lenguas más viperinas del gran manzana y uno de los más demandados protagonistas de la alta sociedad estadounidense, además de uno de sus más sagaces y crueles observadores.

Su obra, que permanece a lo largo de los años bien viva, y mecedora de nuevos lectores, se completa con Un árbol de noche y otros cuentos (1949), El arpa de hierba (1951) o Se oyen las musas (1956).

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