La Historia que guiará nuestro 2004
charla que tuvo Sócrates con un alumno suyo muy aventajado.
-Maestro, le dijo el alumno. Quiero contarle cómo un amigo suyo estuvo hablando de usted y dijo que...
Sócrates le interrumpió.
-Lo que me ibas a decir, ¿ha pasado ya las tres barreras?
-¿Las tres barreras? preguntó el alumno.
-Sí, replicó Sócrates. Cada vez que escuches un rumor tienes que someterlo a las tres barreras.
-¿Y cuáles son?
-La primera es la verdad. Y quiero saber si lo que quieres decirme es verdadero en todos los puntos y si estás convencido de que es así de cierto y rotundo.
-Bueno, la verdad es que no estoy seguro, respondió el alumno, pero como lo dijo un amigo suyo...
-Pero al menos lo que has oido y escuchado habrá pasado por el segundo filtro, el de la bondad. Lo que quieres contarme, supongo, que será algo bueno.
-No, al contrario, es malo.
-Pues bien, interrumpió Sócrates. Al menos tendremos que pasar la tercera barrera, que es la de la necesidad.
-Pues necesario no es...
-Entonces..., el sabio miró al alumno. Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
-Maestro, le dijo el alumno. Quiero contarle cómo un amigo suyo estuvo hablando de usted y dijo que...
Sócrates le interrumpió.
-Lo que me ibas a decir, ¿ha pasado ya las tres barreras?
-¿Las tres barreras? preguntó el alumno.
-Sí, replicó Sócrates. Cada vez que escuches un rumor tienes que someterlo a las tres barreras.
-¿Y cuáles son?
-La primera es la verdad. Y quiero saber si lo que quieres decirme es verdadero en todos los puntos y si estás convencido de que es así de cierto y rotundo.
-Bueno, la verdad es que no estoy seguro, respondió el alumno, pero como lo dijo un amigo suyo...
-Pero al menos lo que has oido y escuchado habrá pasado por el segundo filtro, el de la bondad. Lo que quieres contarme, supongo, que será algo bueno.
-No, al contrario, es malo.
-Pues bien, interrumpió Sócrates. Al menos tendremos que pasar la tercera barrera, que es la de la necesidad.
-Pues necesario no es...
-Entonces..., el sabio miró al alumno. Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
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