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Chapeau Llorente

Admito no ser muy fan de las letras escritas de Mr Acuarela Llorente, pero esta vez rizó el rizo. Me quito el sombrero, Jesus. HAcia donde va la situación de la descarga gratuita de canciones en Internet? Llorente tiene la respuesta....alfinal del texto....

Editado hoy en el grupo Correo

Bajadas

Por Jesús Llorente



Guardo en el sótano casi 500 casetes con maquetas, elepés grabados, programas de radio y recopilatorios caseros que solía hacer durante los años 90, es decir, antes de la era de las copiadoras de CD y los Mp3. Son cintas que remiten a diferentes momentos de mi vida: un otoño en Londres, una gripe en Madrid, aquella chica de Cádiz... y la música refleja mis diferentes estados de ánimo.

Lo curioso es que la calidad de esas canciones sigue siendo notable. Apetece volver a escucharlas, han envejecido poco, quizás porque fueron seleccionadas con esmero, con intención, sacadas de discos comprados o prestados, de compactos o vinilos que en algún momento significaron algo para mí. Pieza tras pieza son la historia de mi vida emocional, pero también un pedazo (insignificante, si se quiere) de la historia de los sonidos menos comerciales de las últimas décadas.

Por el contrario, la mayoría de los CD-R en los que almaceno canciones bajadas de Internet me producen un hastío mucho más inmediato. Los discos que he copiado por medio del ordenador suelen tener una fecha de caducidad mucho más evidente. Quizás se trate de un mecanismo mental que hace que permanezca en nuestro interior lo que nos ha costado más esfuerzo. Y que aquello que es gratuito resulte, al final, prescindible por nuestra falta de compromiso con el arte o los sentimientos que simboliza.

Tengo un amigo que piratea más de mil ficheros al día desde diferentes servidores de intercambio. No creo que llegue a escuchar más de la mitad, y desde luego no acaban gustándole ni el 10% del total. Almacenados en un soporte al que no se le puede guardar ningún cariño ni puede convertirse nunca en un objeto de coleccionismo (un cedé ex-virgen con anotaciones a rotulador) al final hasta sus temas favoritos pierden todo su encanto.

Como el sexo compulsivo o la gula, también el frenesí para con el ‘downloading’ produce su desasosiego. No voy a ser yo el que critique los avances de la informática, la hipervelocidad de la Red o la posibilidad de conocer nuevos grupos sin pasar por caja, sintonizar emisoras de radio o leer críticas musicales. Y, desde luego, hay muchos y más importantes culpables aparte del usuario adicto a que todo (¿también la comida y los libros?) sea gratis.

Pero si seguimos ‘bajándonos’ sin coste los nuevos trabajos de Belle & Sebastian, Radiohead o The Strokes dos meses antes de su lanzamiento, es posible que en un futuro no demasiado lejano esos y otros artistas desaparezcan del mapa. Eso sí, todos nosotros con cien mil archivos en el disco duro. Y hartos de la música, alternativa o no, independiente o no.

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